2011-2012 fueron unos años catastróficos completamente en mi
vida.
No hubo minuto de la vida en que no ansiara morir, en que no
haya ideado sogas alrededor de mi cuello
o sueños tan profundo que no tuvieran fin, menos vuelta atrás… menos vuelta atrás.
Pase del amor al odio y del odio al amor, desilusión, decepción y revelaciones,
todo en tan pocos espacios de tiempo, que no me dio tiempo de sentir, de
sufrir, de resistir, solo vino todo de
sopetón.
Mi vida se ha transformado tanto, ciento que he madurado,
que mis pensamiento se han reformulado, que mi finalidad ha cambiado, sin
embargo me abordan aún… sentimientos, emociones que me cuesta controlar. Me he
vuelto una sobreviviente de mi propia vida, de mi consciente y mi subconsciente,
de mis manos, de mis brazos, de mi misma. He fluctuado entre la locura y la
cordura, en donde la locura me ha llevado
a extremos alarmantes poniendo en riesgo mi integridad, mi existir y la
cordura me ha hecho tomar decisiones juiciosas, que hoy embisten contra mí.
Tengo tanto odio en mi corazón, tanta rabia pesando en el
alma, como rocas en el mar, como nieve en el invierno más frió.
Antes de ayer vi a mis padres, en un contexto bastante dramático
(un velorio), entre el aire que se me iba y el corazón que no cesaba de
bombardear mi pecho, sentía ganas de llorar, pero no precisamente por el
familiar que yacía difunto.
“Padres”. Es una palabra que les queda tan grande, y, aunque millones de veces he anhelado que no sea así, son lo que son. Un fraude, una traición, dolor, engaño, mentiras… una estafa… Sola, es la única forma de la que me he sentido siempre, y aun hoy, que tengo un hogar, una mujer que de todo por mí, y un hijo maravilloso. Cada vez que demando un hombro donde llorar, que me diga, “tranquila, todo estará bien”, solo me veo aquí sola, vacía, desierta, diciéndome una y otra vez…
“Padres”. Es una palabra que les queda tan grande, y, aunque millones de veces he anhelado que no sea así, son lo que son. Un fraude, una traición, dolor, engaño, mentiras… una estafa… Sola, es la única forma de la que me he sentido siempre, y aun hoy, que tengo un hogar, una mujer que de todo por mí, y un hijo maravilloso. Cada vez que demando un hombro donde llorar, que me diga, “tranquila, todo estará bien”, solo me veo aquí sola, vacía, desierta, diciéndome una y otra vez…
“Tranquila, un día pagaran el doble todo el daño causado”
Y aun así, siento que nada alivia el dolor, nada calma el
odio que cargo, que pesa en mis espaldas
cuando una desilusión, una nueva traición, una nueva mentira me azota la cabeza…
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