La soledad pesa hasta en los huesos. Me pase la noche entre vómitos, mareos, clínica, inyecciones, sueros, sedantes y sentí dentro como la soledad a inundado mi vida, cuando miraba al lado y solo estaba mi amiga intentando aliviar mi pena, intentando sumarle sonrisa a mis lagrimas, volvía a cerrar los ojos para no sentir el peso. Cuando me dieron el alta, tenia tantas ganas de correr y atar la soga, pero opte por respirar y caminar, llegar a la casa y acostarme a dormir, que es lo único que necesitaba no pensar.
La idea de atar una soga a mi cuello se vuelve cada día una mejor opción!
No hay comentarios:
Publicar un comentario